Mandale Felicidad
María Alicia HarguindeyMomento 1: Asociaciones
No pienso ir por las mil quinientas formas de pensar la felicidad a lo largo de la historia, no pienso ir pero… dejaré que vengan las que sean en una escritura que hace pensamiento a partir de la asociación, no digamos libre sin decir que libre aquí quiere decir que la censura consciente no la calle. Tal vez otra libertad no conocemos.
Me convoca una palabra: felicidad. Y de orígenes lejanos se largan memorias, al trotecito suave algunas, otras llegan al galope o susurrantes, se enredan con benditas frases-hechas que maldigo y malrrepito. Primerísima: es no tener que pedir perdón (observo que esa definición es del amor y acá veníamos por felicidad). El amor no es resistencia sino uno de los deslizamientos de sentido, se refuerza en la musicalidad de un viejo tocadiscos winco de cuando era nuevo, directo a la sensibilidad de una(s) sencilla(s) familia(s) del conurbano: “La felicidad, ja ja ja, me la dio tu amor, jo jo jo” (“La felicidad”, Palito Ortega, 1967). Amor que “sube, sube, sube” hacia el “amanecer sin dolor” (“Sube, sube, sube”, Victor Heredia, 1991), a cumplir su rol de panacea universal… Hasta que Charly avisa que no puede parar, insiste “no voy a bajar, déjalo que suba”, inquieta esa hinchazón que vomita el “gozar, es tan parecido al amor y es tan diferente al dolor” (“Fanky”, Charly García, 1989).
Llega la poesía porque es necesario analizar: “la pasión viscosa con la que la burbuja vital se empuja a sí misma y se hincha en una palpitación a la vez voraz y precaria sin dejar de fomentar el punto vivo desde donde su unidad reventará, diseminada por su propio estallido…” (Lacan, 1974: 46). Y detona la imagen de la filosofía de los 70 bailando en una pata, en Mar del Plata, en alpargatas (“Bailando en una pata”, Juan y Juan, 1970). La otra pata humeante está inserta en la quijada del dolor, adobada, por supuesto. Se estima que se la arrancó a sí misma y está dispuesta a morder. La felicidad es efímera, cuando la pulsión interrumpe y cuando la oligarquía aprieta.
Citemos ya a Freud, quien de no tener que pedir perdón hizo una regla que provocaba un tipo particular de amor y a partir de la cual fundó una práctica discursiva, el psicoanálisis, en discordancia con aquellos ejercicios del decir (bien) que sostenían profundizaciones de la vertiente de la aprobación social y del adiestramiento verbal. Freud enunciaba a sus pacientes: “nunca ceda usted a esa crítica; dígalo a pesar de ella, y aun justamente por haber registrado una repugnancia a hacerlo” (Freud, 1913, 136). Lo políticamente incorrecto se hacía política de la cura.
La historia de occidente registró así un nuevo modo de lazo social que promovió cierto bienestar para quienes, venciendo resistencias, se aventuraron más allá de la ilusión del dominio de sí mismos para encontrar su porción de Verbo: “¿Por qué volvería conmigo toda esa gente que viene a verme, si no fuera para disfrutar una porción de Verbo?” (Lacan, 1974, 90).1 Instancia inaugural de una práctica que recuperó para el hablante la función del habla en el campo del lenguaje que lo constituye (Lacan, 1958), hasta transformarse en uno de los lazos fundamentales, entre los que permanecen en actividad (Lacan, 1973: 544). Ahora bien, la profesionalización y la mercantilización, paralela a su reclusión al espacio discreto del consultorio, merece que nos preguntemos si la novedad política que trajo este discurso –es decir, el lazo social basado en la acción del sujeto en la responsabilidad ante el decir– se encuentra realmente allí encapsulado o si acaso produce efectos de un devenir histórico de los vínculos sociales.
Pulsación de un decir feliz, pulsión de asociar. “Meta nomás”, arengan de otro lado, y por supuesto plantean unas metas para la felicidad. Reyerta típica sobre los minutos invaluables para una memoria eterna y sigue a continuación las múltiples figuras retóricas basadas en la industria de la imagen: instantánea, polaroid, captura de un triunfo arrancado al suceder. La saga a pleno: rapto, robo y profanación. Cabe censura.
Se asocian palabras, facilidad, felicidad de asociar. Llegan las que traen el asco y abren juicio: “Felices Los Niños”, querido padre, tante Grassi, y felices los que tienen porque de ellos será el reino de los shoppings. Para compensar y estabilizar el ánimo caldeado acuden las felicidades en plural y los feliz día mamá; feliz día maestra, comerciante, ingeniero, feliz día psicólogue, feliz día psicoanalista. Los días de celebración, nacidos como instancias de concientización o de visibilidad de distintos problemas sociales, se transforman - gracias a la acción eficaz de los granbys del mercado-, en fechas fetiches que nos permite la satisfacción moral de dar con el buen regalo, al mejor precio y con las consabidas: “¡Felicidades!”.
Momento 2: Hora Wikipedia
El 20 de marzo, por la resolución 66/281 de la Asamblea General de la ONU, del año 2012, se celebra en el mundo el Día Internacional de la Felicidad. Este día tiene el objetivo de reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos. La resolución reconoce, además, la necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos. Fue iniciada por Bután, un país que “desde principios de la década de 1970 reconoce el valor de la felicidad nacional sobre el de los ingresos nacionales y que prioriza la Felicidad Nacional Bruta sobre el Producto Nacional Bruto”. El Reino de Bután está ubicado en el sur de Asia, en la cordillera del Himalaya y sin salida al mar. Limita al norte con la República Popular China y al sur con la India. Se trata de un país que mantiene el régimen monárquico y es uno de los más pequeños y con menos población del planeta.
Formó parte del Raj Británico (régimen de gobierno colonial de la Corona británica sobre el subcontinente indio entre 1858 y 1947). Se independizó del Reino Unido el 15 de agosto de 1947. Dos años más tarde se independizó del Raj, y es gobernado desde entonces por la dinastía Wangchuck, que introdujo diversas medidas económicas y políticas, como el índice de la Felicidad Nacional Bruta como indicador principal de desarrollo en lugar de la economía, basada en la agricultura (Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Felicidad_nacional_bruta ). Notas periodísticas disponibles en la web refieren que, desde 1990, Bután es el país donde mayor porcentaje de niños trabajadores se da en el mundo, siendo un 55% de niños entre 10 y 14 años los que se encuentran trabajando. También que la tasa de mortalidad en menores de cinco años es de 80 muertos por cada mil vivos. Que el rey prohibió las lenguas no oficiales, así como la enseñanza del nepalés y se ilegalizaron los pases de trabajo para los extranjeros, lo que provocó un éxodo de más de 105.000 butaneses de origen nepalíes hacia Nepal, donde viven en campos de refugiados, siendo una de las mayores expulsiones étnicas de la historia. Que la mujer butanesa ha sido discriminada y explotada, resultando en un 90% analfabetas y que la economía de Bután es una de las más pequeñas del mundo, basándose en la agricultura y ganadería, donde trabaja el 85% de su población (Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/mundo/butan-un-paraso-en-el-himalaya/ ). No sé lo que sucede realmente en Bután, sólo expongo la dificultad de pensar indicadores sociales de felicidad, aún si se realizan mediante encuestas a partir de la indagación de percepciones individuales.
En relación al significado de felicidad, según lo expuesto en el Boletín de la Organización Mundial de la Salud de agosto del 2015, “el concepto de felicidad en Bután tiene un significado más profundo que en los países industrializados. La filosofía de la felicidad nacional bruta presenta varias dimensiones: es integral, puesto que reconoce las necesidades espirituales, materiales, físicas o sociales de las personas; insiste en un progreso equilibrado; concibe la felicidad como un fenómeno colectivo”, y que a diferencia de los países industrializados, no se asocia al consumismo (Boletín de la Organización Mundial de la Salud, Vol. 93, Nº 8, agosto 2015, pp. 513-588, disponible en https://www.who.int/bulletin/volumes/93/8/15-160754/es ).
Esta concepción discute y se opone a la que rige en la sociedad de los bienes y, en mi lectura, desliza su sentido hacia el ideal del equilibrio con la naturaleza y hacia el latir del espíritu en las destrezas campesinas. Su carácter colectivo se advierte por la oposición al individualismo burgués y materialista, promoviendo una mirada que enfoca un sistema vital frente al ruido fabril y detonado del deseo insaciable, que se prefiere identificable al capítulo industrialista.
Momento 3. El goce agrario y la felicidad efectiva
Autores como Pedro Saborido y Daniel Santoro, con raíces en el pensamiento popular, nos hablan del peronismo como felicidad inmediata. Con ese título dieron juntos una serie de charlas en el 2019, disponibles en la web. Alejandro Dolina dice que agregaría: “La única que existe (…) no hay felicidad a largo plazo, no es un pagaré, no hay esa inversión de la hormiga”. Señalan una versión local de la felicidad ligada al goce y propia del pueblo, frente al espanto de otros sectores de la sociedad, identificados con la acumulación y el ideal de la riqueza. Como no anhela el acopio sino el disfrute, obstruye la lógica del mercado promoviendo la relativización de los imperativos de la época.
El boletín de la Organización Mundial de la Salud dice que Bután fue el primer país del mundo que hizo de la búsqueda de la felicidad una política estatal. Pero Bután se independizó del Reino Unido en 1947, un año después de que en Argentina, durante el gobierno de Perón, se proclamaban los derechos del trabajador. Precisamente el artículo VI se enfoca en el derecho al bienestar:
“El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de sus familias, en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar desmesuradamente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo, con los recursos directos e indirectos que permita el desenvolvimiento económico” (Fuente: http://historiadelperonismo.com/?p=4594 ).
El movimiento peronista promueve “expansiones espirituales y materiales” que se gocen desmesuradamente, un goce particular y colectivo, opuesto al “progreso equilibrado” de Bután. En nuestro país, en 1946, el hacer político pone en la misma línea espiritualidad y bienes. Entre la versión de la felicidad butanesa, del goce agrario, progresivo y equilibrado, y la versión de la felicidad peronista como felicidad inmediata, material, hay un Himalaya de por medio. Ya decía Freud, en “El Porvenir de una ilusión”, que el encuentro de los miembros de una cultura, tanto en su patrimonio material como espiritual (participación de ideales, creaciones artísticas e ilusiones), resulta fundamental para la conservación de dicha cultura, porque reconcilia a los seres humanos con sus valores y los resarce de los sacrificios que impone vivir con otros (Freud, 1927: 14).
La inmediatez de la felicidad peronista alude a la temporalidad, a que no puede esperar, pero también significa que no está mediatizada, que es indelegable, que no progresa por sector sino que es singular a cada sujeto. Por otra parte, la versión popular de la felicidad que encontró en el peronismo un modo de realizarse, entorpece el reino de los shopping del consumismo y del mercado, sin proponer el anticonsumo como bandera. Lejos de buscar la igualdad que implica degradar el goce, insiste en la desmesura, no anhela la frazada que nos cobije a todos lograda por la justa distribución de los bienes existentes, por seguir la metáfora, buscaría acolchados “Pierre Cardin” para cada uno y cada una.
El peronismo (como fenómeno cultural y discursivo) no apela al sujeto de la ciencia ni al amo. Justamente, el sujeto al que se dirige es el "ignorante", “cabecita negra”, pero no pretende su dominio, sino que promueve su goce en términos en que los proponía Freud: resarcimiento pulsional, más allá del consumismo. Quizás el sujeto peronista sea solidario no porque anteponga los "intereses del pueblo" o "colectivos" a los suyos, sino que “lo suyo” se hace colectivo por añadidura, por suma efectiva, por pensamiento concreto, no por abstracción. Coincide con el psicoanálisis en que el sujeto al que se dirige está desposeído, no es el sujeto de la ciencia moderna ni el de la civilización.
¿Qué implicancias tendrá esto en la práctica del psicoanálisis? No lo sé. Pienso que si el psicoanálisis se define por la subversión del sujeto que produce en su lazo social, ese hallazgo no puede estar atornillado al diván. Ese hallazgo nos tiene que permitir encontrar otras huellas, otros espacios sociales donde ese sujeto forcluido retorna y, en su palabra, encuentra una verdad que le permita estar mejor, sin la garantía de ser feliz.
Notas
1. Analistas de nuestro tiempo y lugar coinciden en destacar ese valor. Raúl Courel plantea la necesidad de corregir la traducción habitual de los textos de Lacan donde el término francés parole se convierte en palabra, omitiendo la referencia original al acto de lenguaje y facilitando su confusión con las expresiones enunciadas. Propone en su lugar la traducción por “habla”. En su lectura de Lacan, Courel entiende que “el sujeto del psicoanálisis es el sujeto del decir, y el decir no se distingue sólo del dicho y de su significación (…) No es ´el pronunciar´, es el hablar en tanto uso de la palabra como acto en el lenguaje, cuya función el psicoanálisis aísla, del que se vale la regla analítica, tomada según Freud del procedimiento que utilizaba Breuer” (Courel, 2010). Norberto Ferreyra, por su parte, señala esta dimensión en su texto La práctica del Psicoanálisis, donde expresa que “el inconsciente como saber no dice la verdad, sino que ésta puede ser dicha al hablar” (p. 12) y que “el acto del analista consiste en producir ese acto [del decir] y hacer que se real-ice por quien habla, el analizante, ese pasaje de ser hablado a situarse como sujeto de lo que dijo” (p. 52).
Referencias Bibliográficas
● Freud, S. (1913) “Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I)”. En Obras Completas: XII, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1996.● Freud, S. (1927) “El porvenir de una ilusión” en Obras Completas: XXI, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1992.
● Courel, Raúl (2010). “La traducción de “parole” en el psicoanálisis”. II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. Facultad de Psicología - UBA.
● Courel, R. (2019). “La regla fundamental. Siete precisiones”. Reunión lacanoamericana de psicoanálisis. Disponible en http://www.lacanolaplata.com/tps/c/courel.pdf .
● Ferreyra, N. (2013) La práctica del análisis. Buenos Aires. Ediciones Kliné.
● Lacan, J. (1953) “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos 1, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003.
● Lacan, J. (1958). “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Escritos. Vol. II. Bs.As.: Siglo XXI Editores, 2008.
● Lacan, J. (1973) “Televisión” en Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.
● Lacan, J. (1974). El triunfo de la religión: Precedido de discurso a los católicos. Bs. As. Paidós, 2005.
María Alicia Harguindey. Psicoanalista. Ex pasante del Centro 1 y Ex coordinadora del Espacio de Investigación en Psicoanálisis del Centro 1. Militante barrial de La Matanza, referenta del Galpón Cultural Popular “La inventamos o Erramos”.